Y en educación, la otra cara de una pandemia

Y en educación, la otra cara de una pandemia

Conscientes de la constante incertidumbre y complejidad en la que vivimos; desde hace años hablamos del necesario cambio educativo, observamos, aprendemos y poco a poco nos convencemos de que la revolución tecnológica forma parte de nosotros y no hay retorno. Así avanzamos y nos sumamos, algunos por convicción y otros por corriente, a esa revolución silenciosa en educación a través de iniciativas formativas desde grupos docentes y organizaciones pedagógicas que aportan valor a una estrategia ante el cambio.

Las organizaciones educativas vivíamos en un entorno mítico, conocido, ciertamente controlado y embebiendo poco a poco, a nuestro ritmo otras estrategias de aprendizaje en el aula, hasta que una situación pandémica nos lleva a vivir una experiencia sin referente; sin duda, un giro, dentro de la cronología del tiempo, que pone a prueba cómo lo estamos haciendo y cuáles son las evidencias:

…crossing boundaries will lead us to new possibilities …
  • nivel competencial: aparecen centros digitalmente entrenados y los que no disponen de recursos materiales para afrontar mínimamente esta situación; docentes que siguen acompañando a sus alumnos, responsables por encontrar la mejor manera de hacerlo al otro lado de la pantalla y otros sencillamente limitándose a hojas de instrucciones que ya volveremos a ver algún día en septiembre. En definitiva, muchos centros formados en competencia pero sin cultura digital y donde las diferencias emergen y son evidentes ahora más que nunca.
  • rutina: “siempre se ha hecho así” y en el entorno del aula también. En un escenario normalizado se hablaba de cambio; en algunos casos se hacía, en otros se decía y en otros se intentaba.
    Ya no podemos cerrar la puerta de clase y sentirnos propietarios del espacio, ahora éste es compartido, abierto, evidente y el efecto de transformación educativa se pone de manifiesto como necesidad atemporal, universal e innegociable.
  • nivel de confianza: lo que conocíamos hasta ahora será distinto mañana.
    Desde una perspectiva global, ¿qué significa un trimestre en la vida académica de nuestros alumnos? indiscutiblemente nada.
    Sin embargo, esa no es la cuestión es, sino que como organización educativa o parte de ella, hemos de avanzar de forma sólida, transversal, siendo conscientes de que tras este giro atemporal el entorno de trabajo no será significativo, sea presencial o a distancia. Nos espera trazar los puntos formativos para dotar de confianza pedagógica a nuestros docentes en un entorno más abierto, variable, ágil donde la adaptabilidad es nuestra mejor protección.
  • nivel emocional: La relación colegio, alumnos y familia cambia; en algunos casos es más alejada disolviéndose en otras prioridades y en otros más cercana buscando empatizar con las necesidades de las familias que han pasado a trabajar en casa además de estar más presentes en la educación de sus hijos.
    Una situación donde nuestros alumnos también crecen emocionalmente y maduran al tener que aceptar de forma responsable que se les hayan retirado libertades básicas en cuestión de horas; teniendo que adaptarse pacientemente a los diversos estilos de sus profesores que, según sus destrezas, exponen tras la pantalla.

Lo importante no es la experiencia de esta situación sin precedentes, sino la reflexión que hagamos de ella. Podemos analizar qué hemos aprendido, seguro ya lo hemos hecho, así que reflexionemos qué haremos cuando volvamos a una situación más lineal, ¿cómo nos planteamos el siguiente horizonte? Sin duda, las diferencias que hemos comentado ya existían pero ahora son evidentes y decisivas para poder dar el paso adelante y movernos del modelo dependiente en educación, de la eterna ambigüedad organizativa en las direcciones de los centros a un escenario abierto; es el momento de trabajar con objetivos esenciales pedagógicos dando más valor a la evaluación formativa como manera de dar un “feedback” al alumno más regular que le permita mejorar y saber dónde está.

Es el momento de hablar de forma abierta de desarrollo competencial entre el equipo docente, que se hable no sólo de recetas pedagógicas sino además de prácticas en un escenario donde se comparte de forma generosa y gratuita materiales docentes a través de las redes sociales potenciando los webinars de contenido pedagógico. Por fin, estamos en un entorno donde se acerca y se comparte cultura digital entre nosotros y ahora toca poner en valor el criterio pedagógico para decidir qué utilizar en nuestras aulas con qué fin y qué valor aporta a nuestro alumno.

El giro de esta situación pandémica nos muestra la cara de un horizonte abierto; nos aleja de límites sobreestimados y nos acerca a ser más conscientes de nuestra adaptabilidad. La situación ya es distinta y los colegios y sus direcciones han de plantearse qué liderazgo necesitan, cuál es el panorama formativo así como sus estrategias de desarrollo poniendo en valor la fortaleza emocional.

…there is always the other side