20 Mar El disfraz de la innovación educativa
Con cierta perplejidad y buenos ojos, educadores y colegios vemos como aquello necesario y esperado llega: “el cambio educativo” y aterriza de forma muy diversa, algunos lo ven como moda pasajera; otros lo acogen como catalizador para poder explorar otras alternativas en el aula. Aprendemos que la clave está en ser “flexible ante el cambio”, y con esta actitud se diversifican en dos grandes bloques el panorama educativo: centros “estratégicos” cuyo reto y el valor de lo conseguido está en haberse anticipado a lo que estaba por venir; y centros “pasivos” que deciden sencillamente “reaccionar” ante lo que se espera de ellos, a la cola de los que avanzan, a la sombra de lo que funciona, con cierta timidez y superficialidad.
¿Dónde nos situó aquel “aire fresco” de la innovación tan esperado para tantos?
Pocas fueron las organizaciones que apoyaron en la incorporación de un cambio metodológico: cómo llevarlo al aula, cómo gestionar la atención del alumno, cómo evaluar y cómo beneficiarnos de forma global (colegio-docentes-alumnos y familias) de una educación diferente, más dinámica y que respondiera mejor a las necesidades de los alumnos. El ¿QUÉ?, estaba claro pero el ¿CÓMO?, no tanto.
@MaecenasEyC (MaecenasGlobal) se definió y actuó como “motor” proporcionando perspectiva y sosiego; conocimiento y reflexión; referencia donde encontrar experiencias y contrastar con otros puntos de vista entre colegios y docentes. Ahí estaban los centros que dieron un paso adelante, estudiando la forma de incorporar dinámicas de trabajo distintas, minimizando el error y movilizándose en una red de contactos a nivel nacional para no convertirnos en “islas” de innovación: foros, conferencias y talleres de aprendizaje. Teoría en práctica.
¿Qué es decisivo hoy en esta cultura del “cambio” que aún resuena en muchos foros?
Será crítico no dejarnos obnubilar por los brillos de la innovación, de su disfraz de la urgencia, de que lo tradicional está prohibido o que todo es aceptable; no se trata de eso. Definamos bien el marco de referencia para así poder posicionar a nuestros centros de forma estratégica ante cualquier cambio, pues más están por llegar.
+ “cambios porque hay que cambiar”: ¿por qué es marca, por qué se espera o por qué es necesario? Detectar en lo que podemos mejorar, encontrando el modo de hacerlo con la Tecnología a nuestro servicio. Aprender qué, cuándo y cómo, determinando con criterio para que su uso no nos robe el aprendizaje real de las cosas y la relación humana en el aula.
+ “cambios, sí y además los sé hacer”: aceptar con humildad que sí, hay que formarse siendo supervisados, hay que preguntar, crear equipo, dejando los“ egos” para otro día pues un paso innovador mal dado costará tiempo corregir.
+ “cambios, unos hoy y otros mañana”: necesitamos tomar distancia, valorar, consultar, diagnosticar, planificar de forma estratégica pues todo no vale y nuestros recursos son humanos, así que cuidado pues tienen emociones y cada resorte que activamos en ellos tiene un impacto.
Profesores y alumnos son la esencia de nuestro trabajo y nuestra responsabilidad es generar cuidadosamente qué “hoja de ruta” hemos de seguir. Estamos ante una “revolución” silenciosa en educación donde nuestros héroes, llamados docentes aprenden por convicción y evolucionan buscando apoyo en las Direcciones para reforzar lo importante, detectando qué dejar de hacer para que otras destrezas tengan lugar en el aula. Nuestros alumnos y por extensión nuestra sociedad de mañana hace que merezca la pena todo lo que hagamos hoy y mejor aún saber bien cómo hacerlo.